Ricardo es convencido por su prima para instalarse en una casa abandonada y evitar que la misma sea tomada. Invita a compartir su estadia a su viejo amigo de escuela, el "Pollo" a los que se suman Walter y el Chiquidos personajes que conoce circunstancialmente. Estos tres marginales le brindarán experiencias nuevas e irresistibles. Esta es la historia de la iniciación de Ricardo en un mundo totalmente desconocido por él plagado de drogas, abusos y delitos.

sábado, 19 de enero de 2013

Un marginal con matices diferentes

Entrevista a Ariel Staltari | Walter de Okupas

  • 27.09.2011 | Por Pablo Saracino
"En mi vida pasé por momentos duros, como con alguna enfermedad y otras desgracias que he tenido, y momentos muy felices como los de ahora. La vida siempre te compensa, y el único que ubica las cosas en su lugar es el tiempo”, asegura Ariel Staltari con la serenidad de quien cayó muchas veces, pero supo levantarse muchas más.



Hace poco más de diez años se reponía de una leucemia, que lo había mantenido postrado durante meses, y debutaba como actor con un protagónico en Okupas . Estuvo en la cima, pero el ciclo terminó y tuvo que volver a la lucha. “Yo sabía que había que transitar un camino inverso, y llevarlo a la práctica fue duro”, reconoce.

Entonces empezaron los pequeños papeles, los bolos, las participaciones especiales. En la mayoría de los casos, interpretando personajes signados por la esencia marginal de aquel Walter de Okupas . Así llegó a Luis, el marido de “La Pochi”, en El puntero (miércoles a las 23, por El Trece). “Dentro de lo marginal, este personaje me permitió mostrar un color diferente – explica-, un tipo sumiso, laburante, con muy baja autoestima, con proyectos de vida que siempre son a muy corto plazo”. Esta noche será su última aparición en el unitario. El final de Luis, adelanta, marcará uno de los momentos más emotivos del ciclo.
“Uno se nutre laburando en un elenco tan prestigioso -comenta-. Cerca de un referente como (Julio) Chávez, que elogió mi trabajo: eso es algo que no voy a olvidar nunca. Es una de las cosas más lindas que me llevo del programa”. Sostiene, además, que no teme ser encasillado: “No me molesta interpretar a un marginal. Lo que me molesta es entrar a hacer de marginal por un capítulo. Mientras me den un tiempo para desarrollar mi personaje, no tengo problema. Para mí es un placer trabajar como actor. Siempre”.
Cuando no tuvo espacio para “mostrar otra faceta, otra paleta de colores”, Staltari se lo generó. “Tengo un poder de autogestión buenísimo, porque la vida me forzó a ser así”, confiesa. Y entonces compró los derechos de la obra La última letra y, en 2008, debutó en teatro como productor y actor con un unipersonal. Algo parecido a lo que hará junto a su amigo Gonzalo Heredia, quien asumirá por primera vez el rol de productor teatral.
“El proyecto es un sueño que teníamos con Gonzalo, desde las épocas duras, cuando compartíamos casa y ni siquiera nos alcanzaba para comer”, cuenta Ariel. “Nos conocimos en una tira, en 2003. Alquilábamos una casa que pagábamos gracias a las fiestas que organizábamos los sábados, a las que se accedía por contraseña. Mientras, filmábamos todo lo que pasaba a nuestro alrededor, soñando con algún día producir nuestros propios proyectos. Y, gracias a Dios, la vida nos puso hoy en un lugar donde empezamos a cumplir ese sueño”.
Si bien los dos amigos no se vieron durante un tiempo, los volvió a reunir el hecho de haber sido, ambos, padres primerizos (Ariel está casado con Gabriela y tiene a Valentino, de 9 meses). “Los dos estamos más afianzados en nuestro laburo y eso nos da oxígeno para arriesgar en otras cosas. Quizá hace diez años no hubiésemos logrado hacer un Pinter. Hoy sí, hoy sentimos que podemos sentarnos a trabajar con seriedad”.

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