Es y será en Franco Tirri.
Persona y personaje se okupan mutuamente. NosDigital se encontró con uno
de los protagonistas de la serie de Bruno Stagnaro que marcó una época y
a más de una generación. Como diría El Chiqui en una de las tantas
escenas memorables: “No hay nada que sea ni absolutamente malo, ni
absolutamente bueno”.
Un personaje de culto de una serie de culto, El Chiqui de Okupas es en el mundo real Franco Tirri, un tipo bastante parecido al de la serie, sencillo, colgado, ocurrente, con una gracia particular, una risa que da risa y la vida al límite.
Franco Tirri y El Chiqui viven en el
mismo cuerpo desde el 2001, desde que Franco no ha podido despegarse del
todo de su personaje – por algo de eso estamos acá-, y su personaje
tampoco de él. Quiero decir: ese Franco actor que vimos en la serie
tiene mucho de este Chiqui que no ha seguido su carrera actoral y se
gana la vida alquilando una cámara de fotos, le gusta dormir hasta tarde
y dice que busca su destino “como Peter Fonda en Easy Ryder”.
Comentario muy Chiqui, verán.
Siguiendo esta línea comparativa bastante básica, puede decirse que conocimos a Franco a través
de Okupas y que hoy es la misma persona-personaje diez años y varias
noches después. Ya no ocupa casas ni anda de gira por Quilmes; vive en
el departamento de su madre y sale a lugares más cercanos.
Arrastra hasta la puerta el andar
perdido y esa ternura que irradiaba en la serie, saluda amable a unas
viejas que van saliendo, se disculpa dos veces por quedarse dormido para
el horario pactado de la entrevista, nos hace entrar, ceba unos mates y
ya en las primeras charlas sella todas estas impresiones prejuiciosas
que estoy haciendo: “Sí, mi personaje tenía mucho que ver conmigo”.
Sobre el resto, es decir, sobre Franco,
Franco no tiene mucho para decir. Pero cuando habla de El Chiqui la
lengua se le suelta contando una anécdota y de pronto parece despertarse
aunque se haya levantado veinte minutos antes, literalmente.
Pero esos son detalles en la
vida de este border tierno, vivir de noche o vivir de día, porque tiene
condimentos que lo hacen distinto a cualquier institución, a cualquier
programación, que lo hacen cualquier cosa, condimentos como la razón
misma de su dormida: ayer vio a su hermano después de un tiempo.
Nota: su hermano es Rómulo Tirri, más conocido como Nino Dolce.
Otras singularidades como la música que
me recibió en el contestador en los primeros contactos, cuando nadie
atendía el teléfono, una música judía puesta por su madre judía y él,
cuando logré comunicarme, que me cuenta que es budista y que su hermano
Rómulo es onanista y su padre, tano. “Una familia muy normal”, definida
por él mismo.
Y por qué no seguir, ya planteada la
garantía de la básica igualdad entre persona-personaje, con la primera
respuesta a lo que no fue una pregunta de entrevista sino, por lo que
vinimos aquí, el disparador de una charla: “…el jueves pasado fui al
cumpleaños del Negro Pablo, de Dante (Mastropierro), en la Boca. Yo fui
para allá… Él no siguió mucho su carrera actoral… Y me fui para el
cumple, estaba buenísimo, estaba el padre del Dante que tiene como 87
años… decía ‘en el año 87, yo jugué en Boca’, decía, ‘la pelota era de
papel en ese momento’… El viejo era una risa, así, increíble, un
personaje… Daban ganas de filmarlo… de hacer algo con él”.
(Las respuestas son literales de la
oralidad de Franco y, a riesgo de pausar la lectura, decidí mantenerlas
para respetar la identidad de su lenguaje).
Franco vuelve una y otra vez sobre sus
percepciones cinematográficas: es que le faltó solo la tesis para
recibirse de director en la Fundación Universidad del Cine (FUC), que no
hizo, básicamente, por paja. Su explicación, para ajusticiar la
interpretación: “…me pedían un trabajo escrito viste… y era como…”
¿Medio tedioso?
Sí, o sea, me puse varias veces a hacerlo y yo decía “fah, yo estudié cine, quiero filmar algo… hacer algo audiovisual…”
¿Y lo hiciste?
No, no porque no… o sea, tampoco fui y
planteé “voy a hacer este video para la tesis”, qué se yo… Todo es un
presupuesto también. Tampoco la peleé demasiado la del video, pero
hubiese estado bueno…
No para la tesis pero sí ha grabado
cortometrajes, ayudado y actuado en producciones de sus compañeros, y
no tiene el título pero sí una anécdota imperdible que grafica que no le
hace falta: “Bueno, con Trapero hacíamos la escenografía y el
vestuario… En realidad yo hacía las maquetas y la nota era para los dos…
jaja”.
Franco se egresó de la FUC en la camada
de Pablo Trapero, con quien se continuó viendo hasta hace unos años, la
misma de Gustavo Corrado (Garúa, El armario), Juan Taratuto (No sos vos, soy yo, ¿Quién dice que es fácil? y Un novio para mi mujer, y la serie televisiva Ciega a citas), Juan Ulises Rosell (El descanso, Mejor Película Argentina en el BAFICI 2001), Andrés Tambornino (S.O.S Ex, co-director de El descanso), Rodrigo Moreno (El custodio) y “un montón de gente que hizo por lo menos uno o dos largometrajes”.
Otro de los compañeritos de Franco era
Matías Stagnaro, hijo del conocido director Juan Bautista Stagnaro y
hermano de Bruno, co-director de Piza, birra y faso junto a Adrián Caetano, y director de Okupas.
Por esa amistad es que llegó Franco a la
serie: “yo a la casa de Bruno y de Matías iba desde que empecé la facu,
hace más de 20 años… Los conocía a los dos, filmamos cosas juntos,
incluso Bruno actuó en un corto que era de Matías, era uno de los
protagonistas… Porque Bruno podía actuar, podía dirigir, podía escribir,
puede hacer millones de cosas muy bien; puede hacer música muy bien… de
todo”.
¿Vos eras, te considerabas actor?
No, ni mucho menos, jaja. Más que nada
surgió ahí porque me hizo la propuesta de que, bueno, había un personaje
que tenía mucho que ver conmigo y… bueno, me dijo si lo quería hacer,
me dijo “léete el primer capítulo de la serie a ver qué te parece”. Lo
leí, me encantó y le dije “bueno, dale, quiero hacerlo, ¿qué hay que
hacer?”, “no, ya está”.
¿En qué sentido te sentís identificado con El Chiqui?
Me siento identificado por ahí con una estética, con una forma de mostrar las cosas, así… (¿Te di mate a vos? Perdón)
Me siento muy identificado con Bruno, con su manera de producir, de
realizar cosas… Me gusta mucho lo que hace, me gusta que se mezcle la
ficción con la realidad, me gusta que haya cosas que sean documentales,
que surjan en el momento, que el escenario sea la calle, que sea con luz
natural, que haya sonido directo, que se rescaten las cosas que hayan
pasado en el momento… Igualmente, lo que fue Okupas y su forma de filmar
(cámara en mano, sonido directo, luz natural y todo eso), fue una cosa
que no sé si Bruno en este momento seguiría adelante con ese tipo de
propuesta… En realida, fue medio como un ciclo que se completó a partir
de Pizza, birra y faso, de la primera peli en que estaba ese proyecto, ese tipo de planteo…
¿Te había gustado PBF?
Sí, pero era como que tenía esa
sensación de que faltaba un ajustecito de tuerca ahí, y que lo dio
sobradamente a través de Okupas.
¿Sobre qué lo decís? ¿En la prolijidad de algunas cuestiones técnicas o en el relato?
En que el relato era mucho más redondo, todo como que cerraba por todos lados…
Dijimos: a Franco le gusta hablar de cine, y esto que confiesa que “le gustaría ser director y guionista”, se nota.
Pero también se enciende cuando le
preguntamos sobre escenas de la serie, sobre cómo se llevaba con las
personas detrás del personaje, y ahí salta por ejemplo la anécdota del
cumpleaños de El Negro Pablo, ahora completada:
¿Dante es actor?
No, no, él es de ahí de la villa de
Quilmes en verdad, después se fue a vivir a la Boca a un conventillo. Y
nada, fue un chabón con una historia de vida muy grosa, estuvo preso,
después salió, dejó toda la delincuencia… La mujer puso un comedor
infantil en la Boca (Pancitas llenas, corazones contentos, que hoy mantiene una puja por recursos con el Gobierno de la Ciudad) y él trabaja en el INDEC.
¿En cuál de esos momentos hizo Okupas?
Y creo que después que salió de la
cárcel… creo que fue después. Sí, seguro, jaja. Y yo pegué onda con él.
En la serie me caía muy bien, teníamos muy buena onda. Pero en realidad
lo empecé a ver hace muy poquito, lo volví a encontrar por Facebook… y
bueno, todo bien.
¿Dante tiene Facebook?
Por el hijo en verdad, “Wimbo”, se llama Dante también, jaja…
¿No fue ninguno de los pibes actores de Okupas?
Fui yo, fui yo, me llamó la mujer… Me dijo que le iban a hacer un cumple sorpresa y, bueno, me mandé para allá.
Como el compás del jazz que suena de
fondo, como el mate, como el siamés que está reconociendo a la visita,
como el sueño que parece agarrarle al Chiqui cada tanto, la charla va y
viene.
Se hace difícil construir una lógica que
vaya hilando los temas, las preguntas, las respuestas, se hace denso el
momento de recoger el guante del periodista y devolverle al Chiqui un
golpe redondo, uno que le sacuda el mentón y lo despierte de una vez por
todas.
Franco permanece inmutable respondiendo
amablemente cualquier pregunta, como puede, con la memoria que tenga a
mano y la gracia que le pinte. Pero es inimputable a la hora de juzgarlo
por su intensidad mediática: Franco no daba una entrevista hace años. Y
eso ya es mucho decir.
Entonces sigamos… seguimos por algunas
de esos recuerdos que lo entusiasman y lo aventuran de nuevo en el mundo
y en el tiempo en que fue feliz.
¿Cómo se fue gestando Okupas, formando el equipo, conociéndose entre los actores?
No sé si fue el primer casting, pero en
uno de los primeros castings yo empecé a hacer las listas, los listados
de la información de la gente que se iba probando…Y bueno, así fue como
vino Ariel (Staltari, más identificable como “Walter”), vino Diego
(Alonso, El Pollo, que luego terminaría ganando un Oscar como actor
revelación)…
¿Ellos fueron a probarse por su cuenta?
Ariel creo que sí, que le habían pasado
la info de que estaban los castings. Diego era alumno de guión del padre
de Bruno (Juan Bautista Stagnaro, conocido director de cine, autor de Casas de fuego – 2005- y guionista de Camila,
film nominado al Oscar, entre otras) en la escuela de Suviela (Eliseo
Subiela, mítico director argentino). Y el padre le dijo “mirá, tengo uno
que creo que te va a ir muy bien para El Pollo”, y lo mandó. Después,
bueno, Rodrigo (de la Serna) fue un poco de común acuerdo entre Ideas
del Sur y Bruno, que se lo convocó a él… Y después, bueno, El Negro
Pablo fue de un montón de gente que trajo la producción de la villa, así
de la Boca o no me acuerdo dónde estaban viviendo; y Bruno les planteó
la situación de la casi-violación del “Doke”. En ese momento, el que iba
a hacer de Rodrigo era un pibe que no iba a ser el definitivo, pero
bueno, se veía a los fines de cumplir con ese rol en esa escena. Y el
pibe, qué se yo… fue una escena muy angustiante para todos. Muy fuerte.
El pibe se puso a llorar, estaba re angustiado el pibe, no podía para de
llorar… Y Dante le dijo “ah, pero yo pensé que estabas actuando”, y
bueno…
Ahí se transformó Dante en El Negro Pablo
Sí, él, el hermano también… No el que está en la serie, ese es Sergio Podeley (actor, participó en Verano del 98, 099 Central, Botineras,
entra otras series), el que hacía de mulo de El Negro Pablo, jaja… Al
hermano creo que le dice “Gordo”, el que discute con él… que en la
escena del Doke le dice a Rodrigo, “¿vos sos amigo del Pollo?”, le dice
sí, y le dice “qué mal gusto tiene el Pollo para elegir amigos”, algo
así, jajaja.
¿Esa escena estaba guionada, por ejemplo, o daban rienda suelta a la improvisación?
Esa escena estaba bastante guionada, sí. Pero también si había cosas que surgían en el momento Bruno las incorporaba.
¿Cómo fue filmar, meterse ahí en el Doke?
Teníamos como la protección de una gente
de ahí del Doke que saltaba por nosotros si pasaba cualquier cosa… y
bueno, dentro de todo no pasó tanto por suerte… pero algunas cosas sí
pasaron…
¿Qué pasó?
Pasó que, nada, nos tiraron unos tachos
de luz, una gente que venía de laburar así a la noche, re-borrachos…
Después hubo una pelea de dos minas con cuchillos; nosotros no lo vimos.
Una tenía sida y se garchó al hijo de la otra, lo contagió y se
agarraron a los cuchillos delante de la asistente de producción… la
asistente estaba llorando, un momento fuerte… Y después queríamos ir a
grabar a la Isla Maciel, que ahí no sé si no había nadie pero bueno, ni
bien entraron le afanaron un celular, o dos celulares. No filmamos nada
en la Isla Maciel, jaja. Ya nos queríamos meter en cualquier lado…
¿Con quién pegaste onda de ahí de los actores?
Con Dante, con Ariel bastante, sí… Pero
hace un tiempito que no lo veo pero sí, con Ariel pegué bastante onda.
Con Rodrigo y con Diego no tanto.
Pero estaba todo bien
Sí. No, sí, estaba todo bien. Durante la
serie sí pegamos onda, salíamos… más al principio que los más bardo de
los cuatro éramos Diego y yo así… en cuanto a consumo y esas cosas…
Y salían juntos
Ahá, sí, sí
¿La pasaban bien filmando?
Sí, sí, en general sí. Había momentos que eran más difíciles, que había que estar muchas horas… El último día fue de 26 horas…
¿La última escena?
Sí. Fue todo una continuación. En
realidad llegar de El Doke y lo que era mi muerte, todo ensangrentado,
de ahí ir para Ezeiza y filmar el entierro. No sé que se había filmado
previamente a eso pero sí, fue todo una escena larga…
¿Estaban apurados por temas de producción?
Eh… Y sí, o sea por cuestiones de que la
serie se estaba emitiendo y que cuando dieron el último capítulo,
mientras estaban emitiendo los dos primeros bloques Bruno estaba
editando los dos segundos bloques… Sí, no había tiempo para nada…
No
había tiempo en aquél 2000 y fines del 1999 en que fue grabándose la
serie. Una idea primero de Bruno Stagnaro como una vuelta de rosca más
(citando al Chiqui) a su primera película Pizza, birra y faso
que, desde la crítica, los premios, pero sobre todo desde la estética,
la calidad y el bajo presupuesto, dieron un impulso a la industria
cinematográfica argentina y a una mirada y camada de directores conocida
como “el nuevo cine argentino”.
El concepto fue atrapado al vuelo por un
productor de Ideas del Sur e hizo a Okupas verse en Canal 7 durante el
2000, y re-emitirse los dos años consecutivos.
(En esas re-emisiones, los actores como Franco cobraron $125 por capítulo).
Las consecuencias de las políticas
neoliberales, el derecho a una vivienda digna, la problemática
socio-espacial en general, el barrio de Congreso como uno de sus
exponentes, el sinrumbo de los jóvenes como Ricardo, su camino hacia el
lumpenaje o a una vida vagabunda son todos temas que Okupas fue
bordeando de una u otra manera, capítulo tras capítulo, personaje por
personaje, pintando una realidad insoportable.
Por supuesto lo crudo, las actuaciones,
el realismo y el costumbrismo que irradiaba la serie y no sólo de ese
relato “redondo”, como lo define El Chiqui. Con él estábamos antes de
esta detención merecida en el hito que marcó el combo Pizza, birra y faso y Okupas, una parada obligada si es que nunca está de más poner un culto a la altura del presente.
¿Y después de Okupas qué estuviste haciendo, Franco?
No me acuerdo, qué se yo… hice un par de capítulos para Mar de Fondo, unos sketchs… Después hice lo de Garúa
(cortometraje del director Gabriel Corrado, en el que Franco actúa),
hice dos cosas con la mujer de Rodrigo (De la Serna), hice Chile 672 (película de Franco Verdoia y Pablo Bardauil estrenada en 2006)… esas cosas como actor. Y no, bien, qué se yo, bien.
Supongo que hubo un cambio en tu
vida para moverte en distintos lugares, la gente te empezó a reconocer
como El Chiqui, ¿te pasó eso?
Sí, pasó mucho eso. Pasaron cosas muy graciosas a partir de la serie…
¿Por ejemplo?
No sé, qué se yo, salís un día a la
noche, te encontrás con tus amigos, y de repente te encontrás con un
grupo de pibes que te identifican con la serie y te llevan al mejor
lugar, te presentan unas minas y te dan de todo… sí…
Vuelve, se acuerda, le brillan los ojos,
dice dos o tres cosas más impublicables, tocamos el tema de su
internación, nos dice que es en plural: internaciones, de los momentos
en que estuvo mal, de los otros que estuvo bien y filmó cosas como
estas: http://www.youtube.com/watch?v=3qz8AOjrjf0,
es decir, de su vida con el pesado traje de Franco Tirri y las
alegrías, las miserias, los peligros y el destino de haber sido El
Chiqui alguna vez.
Franco Tirri pide que sigamos la charla otro día.